martes, 24 de enero de 2012

Oda al fútbol con mayúsculas


Una de las cosas buenas de residir en Castilla y León es ver, a través de la información deportiva de los telediarios regionales, las andazas con hazañas y desgracias del Club Deportivo Mirandés. Puede parecer aprovechado y gratuito, pero reflexionando las sensaciones que los últimos años me ha ido dejando la vida y éxito del Mirandés, unido a mi pasión por el deporte y sobretodo por las cosas bien hechas es de justicia y algo que debía a un fenómeno compuesto por el trabajo y un espíritu de alegría no exento de responsabilidad e intensidad. En definitiva, hoy el día del partido más importante en la historia del Club deportivo Mirandés, le dedico esta entrada a su afición y componentes con el ánimo de apoyar y sumar en la grandeza del club; y lo más importante que consigan la victoria esta noche ante el RCD Espanyol.

El Mirandés es un club con solera y historia. Humilde y quizás pequeña, pero historia, y esa historia se convierte en fundamental y diferenciadora cuando se labra y se cuida para hacerla intrínseca a su afición. Nacido un 3 de mayo de 1927, el Mirandés siempre ha viajado entre la segunda B como techo y un sin fin de años en Tercera y Regional, con presupuestos pequeños que le hacían ir cumpliendo objetivos, sin endeudarse en ningún momento y contando con el apoyo de la localidad y las gentes de su Miranda de Ebro natal. Esta identificación entre club, afición y ciudad no siempre fue idílica, puesto que en la primera mitad de los años 80 y tras no ascender a Segunda, se produjo una ruptura entre los estamentos de la entidad deportiva. El Mirandés recibía al Langreo y sólo necesitaba un empate para subir y dejar al Real Oviedo un año más en 2ªB. Todo el partido estuvo ascendido hasta que en el 89 un jugador rival marcaba y mandaba a segunda al club ovetense. Las crónicas hablan de dejadez por parte del equipo burgales, supuestamente bajo rumores de presión por parte de la directiva rojilla, que no veía con buenos ojos el ascenso puesto que complicaba enormemente la supervivencia del club, y sobretodo sus privadas inversiones.

Fueron años oscuros en los que el Mirandés perdió su masa social, pero con buen trabajo, dedicación, ilusión y entrega todo es recuperable. Poco a poco con mucho esfuerzo y pese a problemas como la crisis económica de los 90 que estuvo a punto de mandar al traste con la existencia del club, el Mirandes fue consiguiendo pequeños éxitos, sobrevivir día a día y acabar volviendo a fidelizar a ciudad y afición bajo el rojo y negro de sus colores.

Y fue en el año 2006 cuando por primera vez oí (y vi) al Mirandés. Era la información deportiva del telediario regional de Castilla y León, y daban el resumen de la jornada en 2ªB. No fue su mejor año, puesto que acabo con el equipo en 3ª. Llamaba la atención que dentro de todos los vetustos estadios de 2ªB de Castilla y León aparecían practicamente vacíos, y salvo Ponferradina y Mirandés, en el resto se apreciaba más cemento que personas viviendo la fiesta del fútbol. Mi idilio con el Mirandés continúo por dos temporadas más en tercera, donde no sólo se mantenía el mismo impacto visual en las gradas de Anduva, sino que aumentaba año a año. E incluso la identificación de club con afición fue a más organizando viajes, para ver al equipo competir en el grupo VIII de 3ª división, el grupo de Castilla y León. Y así llegaron al pueblo donde vivo, hasta ¡¡1500 personas!! para ver al equipo conseguir matemáticamente la clasificación a la fase de ascenso, con 9 jornadas de antelación.

Aquella afición, al igual que lo hizo la del atleti en el Calderón, me enamoró. 15 autocares, multitud de coches particulares y los del club de mi pueblo intentando hacer negocio. Hasta 10 euros por un partido de tercera les quisieron cobrar, cuando todos los del pueblo ibamos entrando gratis al Alfonso San Casto de Sta. Marta por conocer a fulanito de tal o al de cual... Como toda la temporada, donde las entradas eran de 3€. El caso es que a parte de pegar una sonora pasada futbolística al equipo local (creo recordar que acabó 0-3) la imagen, actitud y fiesta que montaron los mirandeses fue tan impresionante, que hizo abrigar en mi pecho un sentimiento de admiración y cariño por el pequeño conjunto burgales. Un Mirandés orgulloso y elogiable, al que ya era inevitable seguir con pasión y desear los mejores y mayores éxitos, y alegrarse como el que más, apenarse como todos, cuando las cosas no salen tan bien.

Vimos su impresionante fase de ascenso. Su siguiente campaña dura en 2ªB, en la que costo cerrar la permanencia. Y ya con Carlos Pouso como entrenador (el que con el Guijuelo el año antes, ya había dejado auténticas perlas de filosofía futbolística, del deporte y de la vida) la siguiente temporada, el año pasado, fue impresionante para el Mirandés. Con un equipo muy trabajado, intenso, capaz de minimizar cualquier talento del rival y exponenciar el propio, finalizo la temporada en el grupo II de manera asombrosa y firmar una fase de ascenso a 2ª impresionante, a la que le sobró 5 minutos y un saque de banda mal defendido para no acabar en la categoría de plata del fútbol español. En ese momento las 6000 almas que inundaban Anduva (y que hacen también ahora en 2ªB) y los miles que lo veíamos por TV. y  al que el Mirandés ha enganchado nos lamentabamos y doliamos de una derrota injusta en el campo y terriblemente dolorosa en la idiosincrasía misma del club y del deporte.


En este momento actual como ya hemos dicho muchas veces vivimos una (estafa) crisis del sistema con tremendas repercusiones en el mundo del deporte. Y más en el fútbol, que funciona a la vez como opio del pueblo y como una fantástica manera de ganar dinero, muchas veces blanqueándolo, por cuatro listos. Una actividad, empresarial, pero también deportiva, absolutamente inflada, tanto en su importancia como en sus costes y salarios. Ahora que el fútbol modesto se desangra, y muchos son los equipos en situación delicada, próxima al cierre, el ejemplo del Mirandés brilla. De hacer muy bien las cosas. En el campo, entrenando hasta la noche avanzada, después de haber cumplido horas en el tajo. En un taller, una fábrica, una escuela como profesor, como asistente sanitario,... como trabajador en una sucursal bancaria, como es su jugador estrella, Pablo Infante, curiosamente en una competidora de la caja burgalesa que patrocina las camisetas del club. Es el esfuerzo de hacer bien las cosas también en los despachos, en la idea de un proyecto, que comprende que el fútbol lo es todo con afición, y más con una tan animosa y entregada como la del Mirandés. Hoy con un presupuesto importante, pero saneado, para la categoría de bronce del fútbol nacional, el Mirandés compite por una plaza en semifinales de la Copa del Rey (y ojo, con una posible participación europea el año que viene). Hoy que todo es dinero en el fútbol y después de haber eliminado a Villarreal y Racing, está dispuesto y es capaz de superar el 3-2 de la ida en favor del Espanyol. Lo hace tras la remontada perica, de un 0-2 a un 3-2 en 5 minutos con un arbitraje horrendo, polémico y muy favorable al conjunto de primera, que supuso birlarle dos penalties a los burgaleses (clarisimos, y que el domingo, el mismo Mateu Lahoz, árbitro favorito de Mou, pitó en el Bernabeú a favor del madrid), conceder el primer gol al Espanyol en flagrante fuera de juego, y amarillear todo el mediocampo rojillo, cuando el espanyol hizo 12 faltas más... Pero en Miranda no se lamentan. Mantienen la rabia deportiva, para luchar con sus armas, su sueño, intensidad y juego y remontar la eliminatoria. Las declaraciones de su entrenador tras el bochorno del partido de ida, son ya historia del fútbol, pero sobretodo de la educación, del saber estar y de filosofía del deporte. Hoy la afición llena Anduva, y hoy muchas personas que creemos en un fútbol mucho más sano, con rivalidad deportiva, en la que brille el talento y no el cemento, que el fútbol es algo mágico que une y no separa, que no todo es dinero, estaremos con el CD Mirandés. Serán 90 minutos (o 120) de ilusión, y de dejar a un lado los problemas del día a día (que inemediatamente se recuperarán después), pero esa dosis de opio se hará con deporte, con fútbol y con alegría. No con violencia y mezquindad.

Me parece increíble, que el jugador que ví en el Alfonso San Casto y que dijimos todos, ¡joder, el calvo qué bueno es! hoy sea el futbolista revelación del año, siga en el mismo equipo, trabaje en un banco para completar sus ingresos, con su ficha de 2ªB, y esta noche lo veamos, en la TV, haciendo filigranas y humillando a fulanos que cobran 100 veces más, y tienen 1000 veces menos talento que este Pablo Infante, aunténtico buque insignia de la revelación del Mirandés, y del fútbol modesto. Hoy más que nunca, y todos juntos, ¡¡¡Aupa Mirandés!!!

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