lunes, 20 de febrero de 2012

No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XVI


Han dicho en su congreso donde se han afilado los sables en base a un ejercicio sin igual de peloteo y doramiento de la píldora que la crisis es culpa de todos. ¡Hombre! dicho así, pues sí, es culpa de todos. Lo único que pasa, es que hay algunos “todos” que son más culpables que otros todos. Hay unos “todos” que nos han metido una sociedad insostenible más que nada, porque no hay recursos para TODOS, y si unos se llevan mucho, otros necesariamente se han de llevar menos. Y claro eso “todos” lo saben muy bien, pero para que ellos tengan mucho, necesitan que todos, consumamos mucho, sobre todo muchas cosas que no necesitamos.

Así que “todos” diseñan una sociedad que nos meten por los ojos (medios de comunicación), que cuentan con que el ser humano es avaricioso casi por naturaleza, sobre todo cuando te están vendiendo también la moto (si ya te compras la casa, por poco más te compras un coche y además te metemos en el mismo crédito el coste de amueblarla)… eso no está escrito, claro, no, eso te lo han dicho los empleados con quien negociabas la hipoteca. Eran lo que te ofrecían. Y por ná… si te ponías a leerte la letra pequeña, no había manera. Con el gasto que era, ¿para qué consultar con un abogado? además, no habría servido de nada, si no es con esas condiciones tampoco tenías hipoteca. Así que… ¡oh, wait! qué resulta que ahora no sólo pierdes la casa, sino que tienes que seguir pagando la hipoteca, porque ahora la casa, no la cubre… y claro es que el banco no quiere casas, pero bueno, igual, si se queda la casa y además sigue cobrando… la pérdida no es tanta, ¿o si?

Pero claro, ya hemos dicho que TODOS somos culpables. Estoy de acuerdo. Por gilipollas. Por creer que por vivir “medianamente bien”, ya no teníamos que seguir luchando por un mundo mejor, por creer que nuestros representantes políticos nos protegían en lugar de venderse al capital.  Por creer en los cuentos de hadas, que el bueno es bueno y el malo es malo y es algo que sabemos casi desde el prinicipio.

Si, somos culpables porque nos han puesto la miel en los labios y luego nos han dicho que está dulce y que no nos va a costar casi nada. Somos culpables por no montar un pollo cuando comprobamos las condiciones a la hora de contrar un seguro y comprobar que luego es más estafa que otra cosa. Por no montar un pollo, cuando comprobamos que la electricidad que estamos pagando es al precio más caro, cuando ésta tiene varios precios y que en lugar de hacer un prorrateo, directamente hace los números de lo que les debemos, con el más alto… por no montar un pollo por tener el adsl de menor calidad y más caro de toda Europa,... y así sucesivamente, y con multitud de situaciones que he ido recopilando en el blog a lo largo de estos años.

Y si, podría seguir, pero creo que con estos ejemplos queda claro a dónde quiero ir a parar. Si de algo somos todos culpables es de haber sido confiados, de habernos despreocupado. Y sobre todo de haber dejado de pensar por nosotros mismos. De haber dejado de mirar por “nuestras cosas”, no sólo pensando en que es “nuestra cosa”, sino que un poco de nuestra cosa, con otro poco de la cosa del vecino, igual resultaba que lo que nos estaban vendiendo “todos” pues no era realmente lo que todos creíamos…

Y tan metido tenemos que esa es la sociedad que nos gusta, nuestro “cuento de hadas” que cuando de repente nos encontramos con que no tenemos suelo bajo nuestros pies, nuestra respuesta es volvernos hacia nuestros representantes, y confiar en que ellos van a saber arreglarlo. A veces porque nos dicen que es cuestión de “responsabilidad”, otras porque nos dicen que está claro que los empresarios saben mejor gestionar “los negocios”, porque no podemos vivir si un banco se va a la mierda, tampoco si se va una fábrica de coches, luego no podemos vivir sin Europa, así que hay que hacer lo que nos dicen, por más que veamos que las medidas que han puesto en otro países, más que arreglarlos, ha ayudado a hundirlos…. y no vemos salida. Y luego resulta que España gana un mundial, ¡joé qué alegría, qué subidón, qué efecto placebo, oe, oe oe!… nos meten una reforma laboral en plenas vacaciones, porque saben que la respuesta ahí va a ser mejor dado que “estamos felices”… o luego nos meten otra reforma laboral brutal y lo más importante es que los franceses se meten con nuestros deportistas… a esto en psicología y en todas partes, se le llama no querer afrontar la realidad.

Así que sí, la culpa es de TODOS, aunque no “todos” lo están pasando tan mal como todos.

Pero este es el momento de reaccionar, y al ataque neoliberal cada ddía que pasa, cada acción que sucede, se añaden más y más reacciones. El ciudadano español sigue en su bavia aletargado, votando al pp para que estos a su vez les boten, devaluando al ciudadano, al trabajador ya que no tienen potestad ni moneda que devaluar.

La reforma laboral que nos han presentado es un ataque a la línea de flotación del estado del bienestar y sólo sirve para garantizar la barra libre del despido y enquistar la crisis en un círculo vicioso de desarraigo social, desigualdad, marginalidad para la mayoria, y de corrupción, riqueza, beneficios para una minoría. Este ataque rompe la paz social y hace evidente el fracaso del bipartidismo español, de las políticas neoliberales y de la dirección que la unión monetaria europea ha llevado hasta ahora.

Si creen que con esta reforma laboral la salida de la crisis es la inversa a las políticas actuales.Están muy equivocados; pero más lo estaríamos nosotros si les seguimos dejando, y les seguimos dando confianza para continuar esquilmando los derechos por los que ha luchado el movimiento obrero durante más de dos siglos. Nuestros bisabuelos, abuelos y padres, que soñaron un mundo mejor de justicia social y libertad, y que nosotros mismos hemos puesto en peligro cediendo en demasiadas ocasiones a los lobos el control del gallinero, tan preocupados como hemos estado saboreando insípidos opiáceos consumistas, que nos han distraido de lo importante. Que nos han alejado entre nosotros, separado y construido un miedo infame e injustificable, que ahora debemos doblegar para unirnos todos y todas, por un futuro mejor, sin las desigualdades sociales que su religión, su trasnochado y retrogrado pensamiento, su política, su economía, su liberalismo han provocado.

A pesar de la propaganda, de las mentiras sobre los sueldos de los liberados y del ataque permanente contra los sindicatos, las masivas manifestaciones de ayer fueron un éxito: cientos de miles de personas dejaron claro en la calle que no van a rendirse sin más, que no van a permitir en silencio que el Gobierno de Rajoy pisotee sus derechos. Desde el Partido Popular y sus medios afines ya están restando importancia a la protesta del domingo. Se equivocan. Si la primera gran movilización ciudadana contra el decretazo le parece al PP y a sus mariachis pequeña, irrelevante, irresponsable, rencorosa o trasnochada, que esperen unos cuantos meses. Bastará con que los verdaderos efectos de la reforma laboral se hagan patentes –más paro, despidos de oferta y sueldos aún más baratos– para que las protestas que vengan después hagan que el 19-F parezca una simple broma.

Se equivoca también el Gobierno y su coro mediático con esa evidente campaña de desprestigio contra los sindicatos, esas organizaciones que quieren aparcar como obsoletas los mismos que defienden la vuelta al siglo XIX como única solución contra el paro. Les pueden pasar dos cosas: que se les vaya la mano y su propio prestigio quede tocado –qué hipócrita resulta ver al PP criticar la falta de transparencia de los sindicatos cuando ellos mismos no aclaran los sobresueldos que pagan desde Génova, un dinero que también es público–. O que esta campaña sea un éxito y, muertos los sindicatos, tengan enfrente a un rival mucho más peligroso para la estabilidad social de España: a una protesta amorfa e incontrolable, sin líderes ni interlocutores claros, a unas movilizaciones a la griega, a un nuevo 15-M desbocado.

Y aunque la policia fascista agreda impunemente siguiendo los dictados de sus amos y anhelando tiempos franquistas, incluso a niños y jóvenes de un instituto valenciano, la lucha en la calle seguirá. Porque es el resultado del despertar ciudadano por un mundo social de igualdad y libertad,por una salida a la coyuntura económica que llaman crisis, y que es una estafa, con justicia y que nos traiga una sociedad en la que la corrupción y la bajeza moral esten penadas y castigadas. En definitiva, que el pueblo depositario de la soberanía y utilizando su libertad y su pensamiento crítico sea capaz de coger las riendas de su destino para construir su futuro, y decidir por y para todos un lugar mejor donde vivir. Un lugar, como por ejemplo Islandia.

Rajoy dice que la reforma es justa, buena y necesaria. Rajoy quiere que creeamos lo que no vemos. Y no se ve, porque no es. Ya se sabe: "Si el paro baja sera por la reforma laboral; si no lo hace, por la herencia socialista". El presidente del gobierno ha hablado también de “sacrificio” ¿a qué estamos jugando? Es demasiado grave nuestro problema para confiarlo a la fe o al “como dios manda”.

Se estudia si su decreto ley incumple 8 preceptos constitucionales… cuya resolución se extendería no menos de 5 años. Ya hay ejemplos de su aplicación: un taller de coches de Gijón propone aumentar 5 horas la jornada y reducir salarios en un 15%. O estos otros, víctimas de la barra libre del despido. Así, dice Rajoy, nos ponemos “a nivel europeo”. No es cierto, pero sería en el despido en todo caso, no en los sueldos que duplican y triplican los nuestros y permiten afrontar cualquier eventualidad. Tampoco en las prestaciones sociales que se sitúan para los españoles entre las más bajas de la tabla. Y toda la plana mayor del PP sigue a Cospedal, cuando se quita la mantilla española y el rosario, para decir: ha sido la “herencia“.

Es mentira. Un editorial del New York Times se lleva las manos a la cabeza por el Curso erróneo de Europa que pagamos en particular, griegos, portugueses y españoles. Es la austeridad, las políticas neoliberales -que también aplicó Zapatero- lo que aumentará la recesión y el paro. De Guindos –que me parece un curioso personaje- lo dice también bien claro: La economía española va a empeorar y las cifras del desempleo también. Pero no las finanzas de los aliados del neoliberalismo. De los ricos que se lucran de él, no de los incautos (por no decir algo que podrían considerar más ofensivo) que lo sustentan aceptando el “sacrificio” y los autos de fe. Incluso los recortes que ponen en peligro hasta nuestra vida. En tanto otros ganan a nuestra costa cantidades obscenas.

No somos todos, centenares de miles de personas hemos salido a la calle en toda España, en 57 ciudades, para decir no a esta reforma laboral. A tanta mentira. A tanta injusticia. Rajoy dice que respeta las manifestaciones, pero le traspasan de una oreja hasta la otra en un segundo. La cuarta parte de los españoles le ha votado lo que curiosamente le da una mayoría aplastante de gobierno, no hay más que hablar. Ya veremos. Ostentar la representación de la soberanía popular, obliga a escuchar a la sociedad, y a gobernar para ella, no solo para empresarios varios. Son ellos los que han acabado con el diálogo, los que han provocado la ruptura de la paz social.

No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros:

No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros I
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros II
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros III
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros IV
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros V
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros VI
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros VII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros VIII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros IX
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros X
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XI
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XIII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XIV
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XV


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