lunes, 7 de marzo de 2016

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora: Mucho que luchar

Mañana es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y no es asunto baladí éste, pese a que como algunos tratan de contaminar y convencer, vivamos en la era del progreso y del fin de la historia gracias al capitalismo. No, todo lo contrario, y precisamente desde las economías de escala hasta la economía mundial, el capitalismo se ha apoyado en la discriminación, la violencia y la desigualdad para maximizar las rentas.
Ante la amenaza a la regresión continua y permanente, producto de políticas intolerantes y fascistas, de corte clerical y católico anquilosadas en el pasado, de agresiones a la libertad en materias sobre maternidad, sexualidad o convivencia, la ausencia absoluta de políticas efectivas contra la Violencia de Género, ese Terrorismo silencioso, cotidiano, de sala de estar, o ante la discriminación y explotación laboral y salarial de las mujeres, se hace necesario un compromiso para atajar esta lacra y poder así constituir una sociedad plenamente igualitaria y sin discriminación por razón de sexo.

Este año, el 8 de Marzo viene marcado por el resultado de las elecciones legislativas, celebradas el 20 de diciembre, de las que aún no ha salido un Gobierno, que deberá enfrentar cambios de raíz, que acaben con cuatro años de austeridad y retrocesos en derechos con fuerte impacto de género; y promover políticas económicas igualitarias, empleo de calidad, lucha contra la pobreza, la desigualdad y la violencia de género, para avanzar hacia un modelo social más justo y democrático.
El balance de 2015 muestra que la situación socio-laboral de las mujeres sigue siendo extraordinariamente precaria, con mayor segregación ocupacional, desempleo, creciente brecha salarial, persistencia del techo de cristal, violencia de género, déficits en conciliación y corresponsabilidad, menor protección social, brecha en pensiones... Factores que evidencian la insuficiencia e ineficacia de las políticas para combatir el grave problema de la discriminación laboral y de la violencia estructural contra las mujeres.
  • La falta de voluntad política y los fuertes recortes presupuestarios (desde 2011 se reducen un 43% y un 17% los Programas de Igualdad y los Programas contra la violencia de género, respectivamente) impiden la aplicación efectiva tanto de la Ley de Igualdad como de la Ley contra la violencia de género; y paralizan los organismos institucionales específicos. Y esto da unos datos terroríficos:
    • Los contratos temporales alcanzaron el 91'2% mientras los contratos registrados indefinidos a tiempo completo, apenas llegaron al 4'66%.
    • Permanente aumento de personas desempleadas, de las que 2.218.274 son mujeres, lo que constituye el 53'44% del paro registrado.
    • La tasa de actividad de las mujeres es del 53'7% con una brecha de género de 12 puntos.
    • La tasa de empleo de las mujeres es del 41'95% con una brecha de 11 puntos.
    • La participación de mujeres con jornada parcial en el empleo total femenino es del 25'6%.
    • Creciente brecha salarial: el salario medio anual de las mujeres tendría que aumentar un 32% para equipararse al masculino.
    • La brecha de las prestaciones por desempleo de las mujeres es del 24%.
    • En 2015 murieron asesinadas por su pareja o su ex, 59 mujeres. 11 en lo que va de 2016.
  • No se aplica la transversalidad de género en las políticas del gobierno; la co educación no llega a las aulas; hay déficits en conciliación y corresponsabilidad.
Esta serie de retrocesos y retos, muchos de ellos alimentados por una sociedad dolorosamente conservadora, machista y absurdamente puritana, hacen necesarias propuestas y medidas que conviertan en efectiva la igualdad entre hombres y mujeres en aspectos como:
  • Ante la discriminación laboral y la explotación para con las mujeres: Se hace fundamental desarrollar el modelo del Estado del Bienestar. Primeramente, asegurándolo, fortaleciéndolo como el elemento más importante de cohesión social dotándole de instrumentos tanto para su defensa como extensión. Hablamos de políticas públicas en educación, sanidad y servicios sociales, como compromiso irrenunciable de la agenda política.
    Con esta provisión en el estado del bienestar se puede desarrollar la justicia social, para crear políticas activas de empleo de calidad y con seguridad y garantías para así lograr la autonomía personal y profesional, y con ello la económica, de las mujeres.
    El desarrollo de estas líneas de actuación deben contemplar el mismo sueldo por el mismo trabajo realizado indistintamente de si el empleado es hombre o mujer, así como las mismas condiciones. Y además, deben de fomentar la promoción profesional del trabajador, indistintamente de su género.
    En esta línea se hacen necesarias políticas de remunicipalización y des-privatización de servicios públicos, para desde la gestión pública directa ofrecer también, empleos de calidad a los que puedan en igualdad de condiciones aspirar ambos sexos en garantía como parte de la política de estado por la igualdad entre hombres y mujeres.
    Y también son claves en este sentido las políticas activas de conciliación de la vida familiar y laboral, que pasan, inexorablemente, en primer término por la reducción de la jornada laboral, y el pago justo y regulado por las horas de trabajo en jornadas nocturnas o festivos. Es evidente que esto ataca las excesivas plusvalías del trabajo que recibe el empresario, pero la experiencia ya vista en el norte del continente, han demostrado y demuestran que tales medidas, no sólo son beneficiosas en la equidad entre hombres y mujeres, sino que también colaboran en el desarrollo económico de la sociedad, y mejora el bienestar y salud de los integrantes de la misma.
  • Ante la Violencia Machista: Ya es hora de parar el silencio continuado ante este terrorismo. Son necesarias políticas de prevención, donde desde la Escuela se deben desarrollar políticas educativas desde un plano afectivo-sexual que ayuden a generar comportamientos y relaciones basadas en el respeto y la igualdad entre niños y niñas, adolescentes y por último, hombres y mujeres.
    La Violencia de Género es la expresión extrema de la desigualdad y se puede manifestar de múltiples formas y para combatirla es necesario un cambio en el modo de reacción de la sociedad ante el abuso machista. Hay que despertar conciencias y a la vez articular protocolos, profesionales y recursos para que desde la seguridad, la educación y la sanidad se de una respuesta inmediata. También es clave que los medios de comunicación entiendan la trascendencia del asunto y cambien sus códigos de lenguaje pasando inexorablemente por la penalización y censura de los opresores. Sólo así con una actuación integradora, se conseguirá desterrar progresivamente el machismo de nuestra sociedad, hasta hacer a esta, plenamente consciente de la igualdad entre hombres y mujeres.
  • El Derecho al Aborto: Se hace necesaria una ley sobre interrupción voluntaria del embarazo que elimine el aborto voluntario del Código Penal, tanto para mujeres como para lXs profesionales sanitarios que lo practican. Ha de incluirse en el sistema de la Sanidad Pública, con las garantías en seguridad, confidencialidad, apoyo y respeto que se le presuponen. Además, no se puede entrar en este tema con un discurso que no contemple una educación sexual que recorra todos los estadios educativos, si no se quiere acabar en la demagogia.
Es necesario, vital, seguir luchando para que avance la igualdad real entre hombres y mujeres se consiga, y todo ello pasa por convertir esta lucha en una política de estado, en un objetivo más, de los Objetivos del Milenio de la ONU.


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