lunes, 25 de julio de 2016

El estado del Baloncesto en España


Llevo desde hace varios meses, e incluso años, queriendo escribir sobre la actual crisis (no hay ninguna voz autorizada de la materia que no esté de acuerdo con esta afirmación) del baloncesto español. Y es hoy cuando me pongo a escribirlo, justo el día después de la décima medalla consecutiva de la selección U20 masculina, Campeona de Europa ayer en Helsinki.
Puede parecer contradictorio pero es así. Las selecciones españolas, tanto masculina como femenina, no paran desde hace 15 años de sumar éxitos, tanto en categorías de formación, como en la absoluta. Al refrendo que supuso el Mundial de Japón de la maravillosa generación que ya salió Campeona del Mundial en el Junior de Lisboa 1998, le han seguido dos platas olímpicas en los dos últimos juegos y tuteando a la todopoderosa USA. Tres campeonatos de Europa (el del año pasado, imborrable éxito en Francia con un Pau Gasol colosal) y más medallas europeas, así como también es natural algunos fiascos, siendo el más sonoro el del Mundial 2014 en España.
La absoluta masculina estará en los Juegos de Rio de apenas 15 días, como también la estará la femenina, que con Lucas Mondelo ha subido un par de peldaños en su rendimiento, aunando a varias generaciones de campeonas bajo un paradigma de juego intenso, vibrante, rápido y aguerrido. Así lograron sumar un Campeonato de Europa, eternamente buscado, como también un plata mundialista en 2014 brillante donde sólo cayeron en la final ante el USA de la WNBA, verdadero Dream Team, hoy por hoy, inasumible en el basket internacional femenino.
Y qué decir de todos los éxitos en categorías inferiores. Más de 40 medallas en campeonatos de Europa entre las distintas categorías, destacando sobre manera el nivel que nuestras chicas, están dando año a año y que ya podemos paladear en la máxima categoría del basket femenino nacional.
Con los clubes profesionales dando un gran nivel por Europa, con un Madrid, en situación de dominador continental (junto a CSKA y Olimpiakos en los últimos años), un Barça asiduo a la Final Four, un muy buen Valencia en la segunda competición o un Baskonia integrante de la Final Four esta última temporada. Y en femenino, más y mejor, con dos títulos consecutivos para clubes nacionales en la máxima categoría (Perfumerías Avenida 2011, Ros Casares 2012) y con Rivas siendo finalista en dos ocasiones.
Todo ello con miles de niños y niñas, chicas y chicos, cada fin de semana practicando baloncesto, con canchas callejeras con notable afluencia, con ligas amateurs y de aficionados desarrollándose por todo el territorio, y con buenas afluencias en los pabellones ante los partidos “profesionales”.
Ante lo descrito, cualquiera algo alejado del tema, me podría llamar tremendista, conspiranóico o utópico. Pero que los árboles, no os impidan ver el bosque. La realidad, es que el baloncesto español está ante una encrucijada que va a cambiar el modelo que tenemos actualmente. Se avecinan cambios y el paso al Rubicón que debe inexorablemente llevar cambios estructurales sobretodo en un punto del engranaje: el encaje entre el baloncesto de formación y el baloncesto profesional, y el estatus, con seguridad tanto administrativa, financiera, de impacto mediático y posibilidades, que tenga.


El principal estandarte del baloncesto en España, la selección absoluta masculina, está a meses de dar un giro total a su formación. Los integrantes de la Generación de los Juniors de Oro, darán un paso atrás (o deberían darlo) tras los JJOO y abrirán un período en el que nombres ya recurrentes sumarán mayor protagonismo, y donde deberán ir entrando nuevos valores que garanticen un futuro, un nivel competitivo, que permita al basket patrio sobrevivir.
Si ante la mejor generación del deporte español, el baloncesto, con su liga nacional, la ACB, su seguimiento es cada vez más reducido y su situación más insostenible, cada suponer que el con la retirada de los Gasol, Navarro, Calderon o Felipe el futuro del baloncesto en España, será mucho peor.
Y es que en el rompecabezas que es el tablero del basket nacional, donde juegan la federación, los clubes, jugadores, árbitros, aficionados, periodistas, ligas, televisiones, otras competiciones europeas, la Euroliga, la NBA, las selecciones,... presenta una amalgama de intereses que en principio se podrían unificar en el avance de la importancia y seguridad del baloncesto, pero que por malas gestiones, oscuros egoísmos, corruptelas varias y disputas de poder nos deja en una situación lamentable, donde por el contrario, es la inseguridad en el modelo y la disminución paulatina del interés generado por el baloncesto profesional, como espectáculo de ocio y esparcimiento, y también como daño colateral, para posicionar la práctica deportiva como un habito de bienestar y salud, para todos, la realidad que estamos viviendo.

Se hace difícil empezar por algún sitio pero apuesto por hacerlo por la ACB.
Lo hago así, porque lo que nació con un espíritu de renovación y puesta en valor para el baloncesto profesional allá por los años 80 (al calor de los primeros éxitos internacionales de una selección absoluta masculina) se ha convertido hoy, con el paso de los años, en un nido de víboras cuyas luchas palaciegas por el poder han vapuleado la institución, tanto en su organigrama, para acometer las necesarias reformas y actualizaciones, como en la opacidad de su gestión.
En los últimos 10 años se ha derrumbado una estructura competitiva que presumía de ser la mejor liga del mundo tras la NBA, fruto de una catarata de decisiones nefastas que han minimizado el poder competitivo de la competición y de la mano el atractivo, tanto para los espectadores, como para muchos profesionales, jugadores y entrenadores, que huyen hacia otras competiciones europeas o en Asia, lo que ahonda un círculo pernicioso, en el que el nivel deportivo baja, ahuyentando al público generalista, que ya ni ayuda a llenar las canchas, y que hace ya bastante abandono las audiencias televisivas.
Con la cuestión televisiva se puede hacer una crónica circular en el tiempo para ayudar a explicar el desplome de la ACB como competición de interés general.
  • A finales de los 90, la gestión de la ACB vendía los derechos televisivos a Canal+ para que estos emitieran la competición para sus abonados. Lo que en principio trajo una buena cantidad de dinero a repartir (de aquella manera tan alejada de unos ratios de igualdad), lego al ostracismo a la competición, porque Canal+ no consiguió hacer más abonados con el ofrecimiento de este producto, y pese a la innegable calidad de las retransmisiones y el buen cuidado del producto, no se produjo el anhelado incremento de seguidores para la ACB, y si que metió miedo en el cuerpo a todos los directivos que vieron en la tv pública, la única forma de vender el producto.
  • Así, sin renovar el contrato con Canal+ en 2004, la ACB volvía al interés general de las tv públicas, donde ha sufrido por un lado el maltrato inmisericorde de RTVE (qué también tiene lo suyo) y las condiciones poco menos que ochetenteras con las que las televisiones autonómicas han llevado el baloncesto, con sus “equipos región” como emblema.
  • El culmen de este proceso grotesco de negociación con las televisiones, fue hace dos años. Mientras se conseguía vender paquetes de producción para el visionado en el extranjero, se llegaba a la finalización del contrato con RTVE y la estupidez y cerrazón de una directiva lamentable, obviaba una vez más una oferta de un operador privado (la Sexta que en 3 ocasiones ha recibido la negativa de la ACB) para dejar el producto, gratis, a RTVE nuevamente, con un compromiso vago e imperfecto por parte de esta y que obviamente no han cumplido, de no maltratar el producto.
  • Así pasados estos dos años, con unos niveles de audiencia paupérrimos, sin haber cuidado un mínimo el producto y su promoción, y con unas calidades técnicas, lejos de los estándares europeos, la ACB ha vuelto a legar sus derechos de TV a un operador privado, Movistar plus, heredera de aquel Canal+.
A poco que cuide el producto con un mínimo de promoción, programación, programa propio y realización cuidada, ganara abonados para cumplimentar a su paquete de NBA y Euroliga. Lamentablemente, ya sólo serán los incondicionales de este deporte.
Desde luego en las facultades de marketing y dirección de empresas se estudiará como gestión a evitar, la llevada estos años por la ACB, por parte de una suerte de directivos instalados en la mediocridad y aupados y alimentados por la endogamía propia de una organización que funciona de forma mafiosa, donde el consenso es la imposición de ciertos personajes con demasiado poder (equipos futboleros, pero sobretodo Querejeta y Roig), y sin la más mínima autocrítica, ni asunción de responsabilidades como han demostrado con casos concretos como el de Obradoiro, o el colapso de los pasaportes.
La gestión de la liga, no es que sea francamente mejorable, es que la actual es, y probablemente así será, constitutiva de delito, funcionando como una competición cerrada cuando en principio debería estar abierto el sistema de ascensos y descensos desde la competición profesional propuesta por la FEB.


Desde el año 2005, sobre 22 posibles ascensos y 22 posibles descensos, sólo se han ejecutado 7 ascensos, y 10 descensos, de los cuales 6 han sido desapariciones de club (Girona, Granada, Menorca, Alicante, León, Valladolid). Las condiciones leoninas y ancladas en el pasado cuando el dinero público, vía directa mediante subvención o indirecta mediante inversiones de las Cajas de Ahorros, tan proclives siempre a dilapidar dinero público para satisfacciones de los oligarcas y caciques locales y regionales, no han permitido la tan sana y necesaria renovación de clubes, ciudades, aficiones, medios, entrenadores, jugadores e ideas.
Solicitar un canon de ingreso de 3'5MILL € más un aval de 2MILL ha impedido que Burgos (hasta en 3 ocasiones), Orense, Palencia, Melilla o Lugo llegarán a la ACB. También es fruto de otra época, o de un serio problema para discernir la realidad de los sueños, exigir aportar a estos clubes pabellones deportivos con más de 5.000 espectadores de capacidad, lo que ha hecho que todos involucrarán de algún modo a sus ayuntamientos, que con más o menos gracia, dependiendo de la sintonía con el cacique local, lapidaran otro buen montante de dinero de todas y todos en obras fastuosas de dudoso rendimiento.
Y suele pasar como algo menor, pero tiene una importancia capital: El requerimiento para convertir el club deportivo que ha ascendido en la cancha a la ACB, en Sociedad Anónima Deportiva, es decir, en una empresa, con un accionariado en el que de entrada abrirá las puertas de la gestión a las caciques locales y a los intereses que pululan alrededor de la liga.
No me cabe ninguna duda, y soy aficionado del Estudiantes, que “se ha ganado” en la cancha un par de descensos, que la estructura de ascensos y descensos es positiva para la competición. Eso sí, siempre que se garantice la supervivencia de los clubes más allá de fondos de garantía o devoluciones de cánones. Hoy en día la aventura para un club de LEB Oro es insostenible en el tiempo en la ACB, aunque no se baje, porque existe una burbuja de gasto entre contratos y gastos que muy pocos patrocinadores, y menos cuando hablamos de ciudades de provincias, pueden arrastrar en el tiempo, lo que lleva a los impagos y las disoluciones, mientras la ACB se recuesta en su sillón mirando para otro lado.
Y es que si en el papel de los requisitos aparece la rendición de cuentas y las auditorías fiables y sostenibles, los balances de cuentas de más de la mitad de los equipos que hoy forman la ACB, presentan serias carencias que en un mundo normal, llevarían a la no admisión de estos clubes en la liga. Estudiantes, Sevilla, Zaragoza, Bilbao, Penya, Fuenlabrada, Manresa... todos ellos con muchos años en la competición presentan agujeros presupuestarios y deudas con Hacienda incompatibles con la superviviencia de una empresa, fruto todo ello de estructuras débiles y novecentistas que están lejos de entender como funciona el mundo del deporte profesional y el marketing empresarial en la segunda década del Siglo XXI.
No es que sean rara avis. Es que la propia liga se fundamenta de igual modo y así tenemos como no sólo es incapaz de saber vender su producto a los operadores televisivos y los medios, sino que además es absolutamente inútil para explotar los recursos que Internet y la web 2.0 y 3.0 pueden dar.
Por otro lado, hay quien ha sugerido aprovechar estos años sin ascensos, para reducir el número de equipos de la ACB, de 18 a 16 o incluso a 14. Alegan que así se conseguirían mejorar el nivel de las plantillas, tanto en ACB como en LEB Oro, así como asegurar proyectos estables en el tiempo. A mi juicio, y el tiempo, da y quita razones, en este mundo capitalista y competitivo, cuando algo tiende a igualarse es resultado de una bajada general de los estándares medios. Hay experiencias como en el baloncesto femenino, o el balonmano que indican esto y dado el nulo saneamiento de la mayoría de los clubes profesionales españoles es probable que lleváramos el mismo camino.
Si la estructura de la competición no es fuerte para poder cambiar y actualizarse. Y si los clubes operan de la misma forma no se atisba un cambio en el corto y medio plazo que pueda hacer que esto cambie, se regenere y vuelva a competir con unos mínimos de calidad y transparencia para ofrecer un producto atractivo, dinámico y sugerente al gran público.


Con los pies de barro, durante años el baloncesto en España vistió su profesionalismo gracias a las ingentes cantidades de dinero público que recibió, como ya habíamos dicho. Tanto ayuntamientos, comunidades autonómicas y muy especialmente la fuente de los caciquismos, como son las Diputaciones, han entregado en sus presupuestos cantidades que han permitido la supervivencia de los clubes y la firma de contratos de jugadores muy por encima del valor de mercado, que debía dar la propia liga ACB con su rendimiento en materia de audiencia, marketing y seguimiento. Las Cajas de Ahorro, en algunos casos con patrocinios directos, y en otros con créditos millonarios y condiciones más que asumibles, alimentaron una burbuja que cuando ha estallado sólo ha dejado deudas, el rastro de jugadores marchando a ligas mejor estructuradas y con crecimientos más saneados (Alemania, Francia) o al calor de dinero a las puertas (Rusia, Turquía, China) y el recuerdo de lo que fue.
Estalló la crisis y todo ese dinero desapareció quedando, como digo, las deudas, tanto con trabajadores, accionistas, jugadores, entrenadores y por supuesto, también con Hacienda. Se vaciaron los pabellones y algunos se pudren tras inversiones millonarias de consistorios que no supieron decir no (Burgos como ejemplo paradigmático). Ahora salvo unos pocos clubes con la aportación de la sección de fútbol (Madrid, Barça), el dinero de la Euroliga y venta de jugadores (Baskonia y en menor nivel Unicaja), el dinero de un único empresario (Roig el de Mercadona en Valencia) estos clubes sobrevuelan la dirección de la liga, mediatizando todas las decisiones de la misma.
Si ya era difícil en época de bonanza económica encontrar patrocinadores que apostarán fuerte y continuado en el tiempo por el baloncesto, ahora se hace prácticamente imposible. De las últimas experiencias en buscar patrocinador, está el Bilbao, que año a año tiene que reinventarse porque las cantidades aportadas desaparecen para pagar pufos antiguos. Otros realizaron un círculo para acabar quedándose como estaban, como el Cai Zaragoza o el Tenerife Baloncesto Canarias. El extraño suceso es un Estudiantes, que encontró a Movistar, no se sabe muy bien de qué forma y para qué (lo del Estu, merece un post amplio propio).
Frente a una sola gestión sólida en el tiempo, la de Gran Canaria (no exenta de aportaciones de dinero público a través del Cabildo, al igual que con el Basket Canarias de Tenerife), el enchufe de unos años para acá de la Universidad (privada) Católica, al basket Murcia, y el curioso caso de un Obradoiro que llegó a la ACB, sin tener que desembolsar una ingente cantidad de dinero en forma de avales y canon, el resto de equipos sobreviven como pueden. Luego está Andorra, que juega con una fiscalidad propia y con el apoyo del Principado que está metiendo dinero del turismo como reclamo. Y San Sebastián que certifica su descenso deportivo por su calamitosa situación económica. Pero en definitiva, en la mayoría de los casos dejando nóminas sin pagar, vendiendo o no renovando a sus mejores jugadores y teniendo que reconstruirse continuamente en un ejercicio de equilibrismo sobre el abismo.
Tenemos una liga bipolar, en la que salvo la incursión este año de Gran Canaria en la Final de Copa, Madrid y Barça, los dos equipos con ingentes cantidades procedentes del fútbol, dominan y copan las finales, convirtiendo, lo que podía ser una entretenida y sorprendente competición de 8 meses en un aburrido paseo que sabes como va a acabar: Con los de siempre jugándoselo todo.
Y es que no tienen ningún problema en debilitar las plantillas de sus rivales más próximos (por ejemplo el Barcelona con Baskonia y Valencia Basket), llevándose a sus jugadores jóvenes y proyectos de gran talento y produciendo de facto la bajada del nivel de la liga, convirtiéndola en una liga previsible, aburrida y abocada a un clon de si misma.

Así llegamos a la situación de los jugadores.
No cabe ninguna duda el hecho de que el nivel deportivo de la competición año a año ha bajado siendo otra causa más para el poco entusiasmo y seguimiento del que profesa hoy en día la ACB. Hay varios factores que podían explicar esto último.
Desde luego, uno de los más importantes es la normativa en cuanto a la composición de las plantillas. El baloncesto español ha dejado de ser una opción firme para los jugadores élite extranjeros, ya sean europeos o americanos, salvo Madrid y Barcelona. Deudas y liquidaciones están a la orden del día. La legislación tampoco ayuda, y fenómenos como los derechos de tanteo, han dejado siempre en condiciones de inferioridad a los jugadores frente a clubes que podrían tener deudas con ellos en una situación dantesca, que provoca de hecho, que nuestra liga comience los fichajes más de un mes que el resto de equipos. Y es que con la falta apremiante de dinero, se hace imposible una mínima preparación y trabajado adelantado.
Más difícil que nunca lo tiene el jugador nacional, sobretodo si es joven y busca llegar a la máxima competición. La legislación europea hace que comunitarios, asimilados, cotonous y dos plazas de extranjeros ocupen las primeras posiciones en la rotación de los equipos. Jugadores de quita y pon, que no favorecen, salvo en honrosas ocasiones, la identificación con el equipo.
Las medidas proteccionistas como los cupos tampoco han ayudado, ya que no fueron lo suficientemente agresivas para facilitar la entrada con importancia de jugadores jóvenes con éxito en las categorías de formación en el profesionalismo. La inexistencia de un límite de incorporaciones, que debería fijarse, en torno a la celebración del único evento que suscita un mínimo interés, la Copa del Rey, tampoco ha ayudado y desde el primer momento se suceden las altas y las bajas. Los cortes y las llegadas de medianías que normalmente tienen como finalidad más contentar a éste o aquel agente por una futura o pasada operación, que por el rendimiento deportivo que se vaya a ofrecer.
Además de un tiempo a esta parte la normativa de la FIBA que permite a jugadores, sobretodo americanos, conseguir pasaportes de terceros paísespara la promoción del baloncesto en el país” hace que nos encontramos con más jugadores que compiten e impiden el acceso a la profesionalidad a los jugadores nacionales. Hemos tenido americanos, de mayor o menor talento o rendimiento, jugando con pasaportes del Congo, Georgía, Azerbayan, Guinea, Costa de Marfil, Cabo Verde... y mientras las canchas se vaciaban de un público cansado de tanto mediocre y de no conocer a sus propios jugadores.
Las canteras no han sido ajenas a este fenómeno, y de un tiempo a esta parte a partir de edad infantil, se llenan de jugadores foráneos que vienen a cumplir su formación y ganar una plaza de cupo en el basket español (si están desde los 14 a los 18 años un mínimo de 3 años), eso si, a costa de haber sido arrancados de sus entornos educativos y familiares. Desde luego jugadores como Doncic, Hezonja, Faverani o Porzings son un regalo para los aficionados pero cuántos habrá que no consiguieron el acceso al profesionalismo y en qué estado se encuentran hoy.
Desde hace unos años, la ACB no es la primera opción para los jugadores americanos y europeos que destacan y no son captados por la NBA. Ahora Rusia, Turquía o China se llevan la palma, evitando que buenos jugadores pasen por nuestras canchas. También otras ligas como la alemana (muy interesante su caso), la francesa, la VTB (liga de países bálticos y Rusia) o la liga Adriática están consiguiendo retener, cuando no reclamar, talento que antes se acercaba a nuestra liga.
Para rematar el éxodo de talento, la NBA con su recién aprobado marco salarial (a ver si con este ejemplo alguien tiene cojones de decir que las huelgas no sirven), ha incrementado las ofertas a jugadores que destacan en Europa llevándose a algunos de los jugadores más seguidos y decisivos del basket continental, sin ser la ACB, una excepción. Así a un continuo peregrinar este año jugadores como Sergio Rodríguez, Willy Hernángomez, Abrines, Kuzminskas... cruzan el charco. Y éste mismo nuevo marco salarial, va a hacer que para los equipos de la liga de desarrollo (NBDL) se puedan ofrecer contratos en torno al millón de $, lo que hará que los americanos que vengan a Europa también bajen el nivel.
Para desenmarañar todo este enjambre no ha ayudado el conflicto abierto entre la Euroliga, como asociación de clubes europeos y la FIBA como representante de las federaciones quienes llevan en una guerra latente por el control de las sustanciosas cantidades económicas que una liga europea de clubes (con beneplácito o intervención directa de la NBA) puede generar.
Con amenazas veladas de una u otra parte, complots, chantajes (amenaza de FIBA de expulsar a la selección española de los JJOO) y enrocamientos, ambas partes se encuentran en un punto de no retorno, y éste año se celebrará la primera Euroliga con un formato de liga (primera y segunda vuelta, más playoffs y Final Four) mientras se juegan las ligas nacionales, y con la FIBA también volviendo a crear una competición de clubes. Una situación de difícil encaje, y que habrá que ver como evoluciona, ya que de como torné cuerpo esta nueva Euroliga se prevé que se adelanten los acontecimientos, constituyéndose un nuevo espacio en el que la Euroliga operaría como competición cerrada y las federaciones sin ver un € y quizás ni un jugador...
Con toda esta situación lo que se ha conseguido es la huida del espectador medio, que ya no se identifica con su club, ni tampoco con jugadores jóvenes, que crezcan y progresen dentro del club, y construyendo un continium entre el basket de clubes y el de selecciones. Con plantillas de mercenarios y peseteros, desapareció la identificación con una camiseta, un club. Se acabaron los valores de comunidad que aporta la gente de la casa y aparecen el desinterés y finalmente las gradas se van vaciando.


Y es que si donde se supone que está la pasta, que es en el basket profesional la situación es tan lamentable, qué esperar de las federaciones donde tradicionalmente escasean los recursos.
Por un lado las ligas que dependen de la federación se encuentran seriamente tocadas, por falta de seguimiento y transmisión. En el masculino a los mismos problemas de falta de dinero, el cierre efectivo de la ACB sin ascensos y descensos provoca una catarsis en las ligas LEB. Hemos pasado de una LEB con 18 equipos, que producía talentos y daba minutos de calidad a los más jóvenes a una de 14 equipos que apenas dura 4 meses. Así, los proyectos acaban languideciendo, y lo que parecía un buen modelo de desarrollo del baloncesto profesional en ciudades pequeñas y en regiones sin tanta cultura baloncestística (y no me olvido, de sus canteras) ahora deja un buen puñado de ilusiones rotas y gestiones que sobreviven sin más trascendencia que la que marca su ciudad y región.
Y como todo en #Españistan la situación de la mujer es peor. Una liga femenina depauperada, abandonada por las televisiones y en la que paradójicamente, la unión continúa de varias de las mejores generaciones del baloncesto femenino español, no se traduce en una mejora del nivel medio de la competición, puesto que muchas de estas chicas, salen de nuestras fronteras, incluso aprovechando la oportunidad de la formación universitaria americana. La competitividad se iguala por abajo y poco a poco baja el interés, entrando casi todos los clubes en situaciones de descalabro económico.
Si la lista de clubes y ciudades fuera del baloncesto profesional masculino es amplia, en femenino resulta abrumadora: En los últimos 10 años han dejado de tener club de baloncesto femenino profesional: Vigo, Lugo, Barcelona con dos clubes distintos, lo mismo que Burgos, León, Ibiza, Sóller en Mallorca, Navarra, Valencia con Ros Casares, todo un Campeón de Europa; Zaragoza y Guipúzcoa tuvieron que refundarse. Rivas también pero desde Liga Femenina 2... El último está misma semana el Conquero de Huelva, actual Campeón de la Copa de la Reina que ha sido incapaz de salvar las deudas que han llevado a su disolución.
Y por detrás una Federación que a priori parece encontrarse ante un nuevo tiempo. Digo a priori, porque el nuevo presidente, Jorge Garbajosa, pertenece al círculo de trabajo del anterior, Pepe Saéz, que ha hecho y desecho a su antojo durante los últimos 15 años, y usando al primer emblema del basket patrio, la selección absoluta masculina, como imagen de marca de la que obtener pingues beneficios vía patrocinadores y visitas a ciudades, como ha resultado ser la Gira ÑBA, de la que hablé en su momento.
El “Señorito Andaluz” ha manejado el cortijo a su antojo y sin ni una voz discordante, ni dentro ni fuera, donde los medios tradicionales (afortunadamente existen honrosas excepciones en internet), han mantenido un mensaje de “éxito” en la gestión del basket patrio, donde las victorias deportivas de las distintas selecciones ha sido el aval que ha utilizado Saéz para posicionarse en el mundo político y empresarial.
Pero eso es una cosa y otra bien distintas, no dejar las cosas atadas. Para ello tras un proceso de elecciones realmente rocambolesco Garbajosa alcanzaba la presidencia de la federación, en un mandato que se prevé notoriamente continuista, pero que tendrá que conjugar el final de una etapa, la de la mejor camada de talento del emblema del basket patrio, la selección masculina. Y todo ello con la situación que he venido relatando desde arriba.
Desde luego no parece fácil, pero la FEB tiene que ser capital a la hora de plantear soluciones, y no problemas, ante el escenario que el baloncesto tiene por delante. Un deporte maravilloso, enriquecedor y espectacular que a día de hoy tiene un futuro muy oscuro en su vertiente profesional, y sin la que será muy difícil canalizar la práctica deportiva.

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