viernes, 8 de septiembre de 2017

Una huelga de gente como tú y como yo

 Agentes de la Guardia Civil haciéndose cargo de la seguridad en El Prat (foto de El Confidencial, del 14 de agosto).

Hace un par de meses el conflicto de los Estibadores de los puertos españoles ante las legislaciones ultra liberales impuestas por la UE y el Gobierno de España asaltaba la primera línea informativa, ocupando espacios en tertulias e informativos de todos los medios.
La mayoría de las opiniones e informaciones vertidas en los medios de disuasión del capital venían a plantear la inutilidad de la huelga ante la inevitable deriva liberal globalizadora, su presunta ilegalidad, así como el egoísmo de un colectivo al que presentaban como privilegiado (obviando que tales privilegios venían por su actitud y aptitud contestataria frente a las agresiones del capital) y misógino entre otros calificativos.
Era una afrenta nacional que un colectivo de trabajadores pudiera pasársele por la cabeza el poner “patas arriba” el balance de importaciones y exportaciones del país.
Sin embargo, la legítima presión ejercida a través del derecho de huelga (un derecho constitucional, no lo olvidemos) de los estibadores vencía la presión oligarca y ultraliberal, y conseguían arrancar un acuerdo con la patronal en el que se defendía el 100% de los puestos de trabajo, así como unas restricciones salariales menos agresivas con el colectivo.
Lógicamente según se cerraba el acuerdo -que permitía desbloquear las negociaciones del convenio en un contexto de liberalización del sector impuesto por la Unión Europea- las consecuencias, es decir, el éxito de la movilización trabajadora desaparecía de los medios de comunicación. No interesaba mostrar como la organización colectiva y asamblearia de un grupo de trabajadores conseguía el éxito, asegurar su trabajo, su futuro frente a la rueda impuesta de recortes, precariedad y sometimiento de la felicidad humana al orgasmo del capital.


Con está huelga relegada al fondo del cajón de la opinión pública otro conflicto laboral estallaba: Los agentes de seguridad de los controles de pasajeros del aeropuerto de El Prat, en Barcelona, se declaraban en huelga, exigiendo más personal, más descansos y mejores condiciones salariales.
Un conflicto que provocó colas en el aeropuerto en el lugar donde se vigila que no se introduzcan bombas y armas en la cabina de los aviones, durante el mes e agosto, uno de los momentos del año con mayor tránsito de personas en esa infraestructura.
Es decir, estas colas, con miles de viajeros afectados se producían en un punto clave para la seguridad nacional, y un servicio ahora ejercido por trabajadores, que era llevado hasta hace no tanto tiempo por la Guardia Civil, como cuerpo de Seguridad del Estado y con personal preparado para ello. Pero claro, en su momento se privatizó el servicio, repito un servicio clave para la seguridad del Estado, y se concedió a la empresa que más barata ofrecía el servicio. Por supuesto ese ahorro de la empresa de multi-servicios (Eulen, para más señas, quien tiene servicios de toda índole, por todo el estado) no iba a salir de los beneficios de los dueños, los directivos o de los accionistas. Lo hacía de los trabajadores y de sus condiciones tanto laborales, como profesionales, por lo que pasábamos de tener a la Guardia Civil ocupada con estos menesteres y cobrando lo que le correspondía, a personal contratado sin garantías a la que encima se le aplicaban un convenio elaborado ad hoc que el Gobierno en su afán de privatizar daba por bueno y que establece unas condiciones salariales penosas y contextualizadas, de esclavismo.
Para redondear el círculo del desbarajuste ocasionado, o que iban a ocasionar, al hecho de privatizar servicios básicos, en este caso la seguridad, concedérselo a quien más barato y más denigra por lo tanto las condiciones laborales y profesionales, le sumaron la legislación laboral, violada a través de las reformas laborales (del PSOE en 2010 y del PP en 2012) para así permitir desligues de convenio y bajadas de sueldo, dejando como única alternativa a los trabajadores la resignación.
Os recuerdo que la infame Reforma laboral del PSOE de 2010 permitió que las empresas unilateralmente se descolgarán de convenios sectoriales para adoptar convenios de empresa, mucho más lesivos para sus trabajadores, para luego ya en 2012 con la Reforma laboral del PP, dar total preferencia al convenio de empresa, lo cual es un escenario de empresas multi servicios (donantes de campaña) lucrándose con las privatizaciones de servicios públicos ha traído la ignominia a toda la clase trabajadora, sin olvidar, a la calidad y garantía en la prestación de los servicios, que también derechos, de la ciudadanía.
Pero en este caso no. No todo es sólo resignación y humillación. Los trabajadores de la seguridad del aeropuerto de El Prat, se organización, se auto gestionaron (una vez más brilla la oscura ausencia de CC.OO. y UGT) y se lanzaron a las protestas y la huelga para denunciar su situación y adoptar una posición de fuerza para exigir la negociación y valer sus derechos y su porvenir.
Viene bien en este punto recordar que una huelga no es una fiesta y que los primeros que la sufren son los trabajadores. Para llegar a ella se han sucedido meses e incluso años de tensión y presión sobre las condiciones laborales y profesionales del colectivo, y por lo tanto en la vida de estos trabajadores y sus familias. Seguramente se han encontrando con el pasotismo de las direcciones sindicales (tanto federales, sectoriales, como locales y regionales) y se han tenido que organizar internamente luchando también contra compañeros crápulas y miserables alienados y aliados de la empresa. Así es, amigas y amigos: Hay hijos de puta por doquier.
Por supuesto, en una huelga, si no trabajas, no cobras, lo que ocasionará problemas futuros (pagos de hipotecas, alquileres, manutenciones, suministros domésticos, etc.) y hay que cuidarse, como en este caso, que nos ocupa que la empresa no trate de imponer medidas restrictivas como expedientes (nunca faltan) o incluso despidos (algo absolutamente anti constitucional, que tan de moda es). También, los empresaurios encontrarán la simpatía y cordialidad de los gobiernos que ejecutarán a su favor sin ningún tipo de remilgo.
  • Primero porque les han regalado para que se lucren algo tan básico como la seguridad nacional.
  • Segundo porque les han legado una legislación que otorga una posición dominante a la patronal frente a unos trabajadores individualizados, desorientados, desorganizados, sin representaciones efectivas, carnaza para futuros abusos y más precarización.
  • Tercero porque ante la lógica y legítima respuesta de la clase trabajadora (en un colectivo o en su totalidad) se posicionan sin ambages con el poderoso y el opresor y aducen al interés nacional para exigir unos servicios mínimos de entrada abusivos y anticonstitucionales (de hecho, tras las denuncias, unos años después la Justicia dará la razón a los trabajadores sobre un lecho de tierra quemada).
  • Y cuarto, porque ante esa nueva agresión los trabajadores redoblaron su compromiso lo que obligó al Gobierno a tener que poner nuevamente a la Guardia Civil a hacer esta tarea -como hace no tantos años- y dándoles el papel de esquiroles.
Pero, ¿con qué cara se pueden exigir servicios mínimos? ¿Por qué entonces has privatizado un servicio que ahora defiendes esencial ante la respuesta de la clase obrera? ¿O es qué en realidad lo que buscas es que si se pueden contratar y subcontratar a trabajadores para evitar que metan bombas en un avión, no se pueda contratar y subcontratar hasta la extenuación en cualquier otro sector? ¿No se supone que el objetivo de un gobierno es hacer valer los derechos y el interés general de la mayoría? ¿Cómo se puede tener la desfachatez de poner a la Guardia Civil en un servicio que hace menos de 3 años realizaban?


Todo es mucho más perverso de lo que parece.
Cuando se declararon en huelga y rebeldía los estibadores, la primera premisa para tratar de deslegitimarlos en la opinión pública fue que iban a ocasionar grandes perjuicios al resto de la ciudadanía. Pero, ¿es qué no es ese el objetivo de una huelga?. Demostrar la necesidad de la mano de obra para promover las plusvalías que dan ganancias al empresario y para que no se desmorone la sociedad.
La segunda fue presentarlos como unos privilegiados con sueldos medios que superaban los 70.000€ anuales. Pero, ¿es qué acaso, esos privilegios no vienen porque se trataban de un colectivo con fuerte sentimiento de pertenencia y reivindicativo para su trabajo y profesión?.
Lamentablemente en esta sociedad individualizada, idiotizada y profundamente egoísta es fácil para el poderoso posicionarla en contra o a favor de lo que representan sus oligarcas intereses.
Pero cuando quienes se ponen en vanguardia de la lucha obrera y toman conciencia de la necesidad de la desobediencia y la respuesta ante las agresiones son personas como tú y como yo. Precarios que cobran para casi ni subsistir, o menos, quienes tienen que hacer malabarismos para llegar no a fin de mes, sino a fin de semana, la manipulación y el engaño es mucho más complejo.
Podía pasar que del éxito de una huelga protagonizada por trabajadores de lo más común en el panorama obrero español, se tomará conciencia de la necesidad -y la obligación moral- de luchar por todo lo que nos han arrebatado estos años de estafa económica que llamaron crisis. Y eso, es algo que un sistema depredador, usurpador y anti humano no se pude permitir.
Por todo ello, el último capítulo ha sido imponer un laudo arbitral que ha tomado partido, lógicamente por el lado de la patronal, proponiendo como acuerdo de obligada firma la primera propuesta negociadora de la concesionaria y exigiendo -faltaría más, pues de no hacerlo sería favorecer el incumplimiento de la Constitución y el Estatuto de los Trabajadores- de la invalidez de los despidos ejecutados por la empresa.
El lunes en asamblea, los trabajadores de seguridad de El Prat, tomarán acuerdo o no de esta propuesta y decidirán si continúan con las movilizaciones. Lo hacen ya con el despertar de sus compañeros en otros aeropuertos y en otros departamentos de esta empresa de multi-servicios. Y con la solidaridad de otros pequeños colectivos que han ido despertando por todo el territorio, hartos ya de un sistema capitalista ultra liberal que ha decidido poner nuestros derechos, nuestro entorno y nuestra vida en sus balances de cuentas.
En frente, por un lado millones de ciudadanos que clamarán al cielo por tener que hacer cola una hora, dos o tres más (yo mismo he “sufrido” incluso mayores esperas en otras ocasiones, pero lo considero necesario, básico para el porvenir de toda la clase trabajadora) ignorantes ellos de que sí, estas haciendo cola, pero esa gente esta mucho más jodida que tú y de paso están luchando por ti, porque mañana tú o tus hijos seréis los precarios si no paramos esta rueda de desvergüenza y egoísmo.
También lucharán contra todo el armamento del neoliberalismo beligerante frente a la ciudadanía y la clase obrera. Medios de disuasión, sindicatos adoctrinados, izquierda simpática... Y Unión Europea y gobiernos nacional y autonómico ultra liberales que emplean las mismas tácticas ya probadas con anterioridad, en el Estados Unidos de Reagan en los 80 o en las dictaduras militares de latino América para desprestigiar e impedir la lucha obrera y la toma de conciencia de clase.
Frente a todos ellos, la necesidad y legitimidad de una lucha obrera que no es propia de un único colectivo, los agentes de seguridad, o anteriormente los estibadores. O las Kellys (mujeres que limpian habitaciones de hotel a precios de dos o un euro la habitación)... y cientos de pequeños colectivos que nos encontramos hartos de ser carne de cañón, de estar representados por mediocres y/o corruptos, o por tener nuestros derechos escritos en papel higiénico.
Frente a la opresión, rebelión.

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