jueves, 19 de abril de 2018

Porque NO a las casillas de la Iglesia y de fines sociales


 Imagen extraída de aquí.

Nos encontramos a un par de semanas del inicio formal de la Campaña de la Renta 2017, donde los ciudadanos de a pie, los curritos, es decir, la clase trabajadora, se pondrá al día con el fisco. Pasaremos por caja en la mayoría de los casos como muestra una vez más, de que el trabajo, la economía real y efectiva, lo que se genera y produce gracias al sudor de la frente del obrero y la obrera -y también del riesgo corrido por algunos empresarios- tiene todas las zancadillas, mientras se pasan de puntillas con los beneficios que otorga la especulación y la ingeniería financiera. Eso si, si logran pillarlos, porque las cuantías golosas se guardan en paraísos fiscales, mientras el que debería vigilar mira para otro lado y sigue sin dar las herramientas necesarias, en personal y medios, a los inspectores que con honradez y sentido del estado desean hacer su trabajo.
La Campaña de la Renta en “nuestro” país se caracteriza por una ausencia casi total de recursos de participación y decisión de los contribuyentes para que estos destinen parte (o la totalidad) de sus impuestos a causas concretas como pudieran ser la investigación, la sanidad, la educación, la cultura o el deporte.
Aunque no son muchos los países que registran estas cláusulas en las declaraciones de impuestos de sus ciudadanos, si que existen ejemplos a los que como sociedad deberíamos prestar atención, como en Suecia, Canadá, Holanda, Francia, Estonia o Nueva Zelanda.
Evidentemente hay ciertos gastos como en materia de defensa y mantenimiento de instituciones políticas -es decir, sueldos de políticos y sus asistentes, así como sus privilegios- que deben de poder sufragarse y que son altamente impopulares, por lo que habría cierta cantidad de lo recaudado sujeta a la discreción del gobernante para poder dotar económicamente estas partidas cuestionables, pero que vamos a suponer de partida, necesarias para el mantenimiento del estado y del bienestar de sus habitantes. Esto en una teoría básica sin mayores distinciones, y sin entrar tampoco a valorar, la ideología y sentido de los gobernantes y las mayorías parlamentarias que lo sustentan, que podrían decidir aumentar o disminuir tales partidas para sufragar otro tipo de gastos de índole social y participativa.
Sin embargo en España, como decía anteriormente tenemos que hablar de una ausencia casi total ya que mientras todavía hoy, y pese a las campañas y alegatos pidiendo su inclusión es imposible destinar una parte de nuestros impuestos a por ejemplo la investigación y el desarrollo o a la proliferación de la cultura, si que existen dos apéndices en los que asignar a conciencia parte de nuestros impuestos, así como de la devolución que Hacienda nos hace en caso de haber aportado más de lo que nos corresponde: La casilla de la Iglesia y la casilla de los fines sociales.
La financiación de la Iglesia Católica a través de la declaración de la renta es injusta e insolidaria. Quienes marcan la casilla no pagan un 0,7% más, sino que se detrae del conjunto de lo recaudado anualmente, es decir que “todos pagamos” aun sin tener voluntad para ello. El culto y el clero de cualquier organización religiosa y de las organizaciones a su servicio, debe estar financiado por sus fieles. Más si cabe cuando hablamos de la acofensionalidad del Estado, recogida en la según interese sacro santa Constitución. Por otro lado, las necesidades sociales, no deben ser voluntad del contribuyente o establecidas por las organizaciones sociales, sino que han de formar parte de las políticas del Estado, en función del interés general.
Las creencias se las han de pagar quien las tenga y la Iglesia buscar los fondos entre sus fieles. Es necesario que se elimine la asignación tributaria a través del IRPF, privilegio que se mantiene por el Concordato y los Acuerdos de 1979. Izquierda Unida reclama al Gobierno que derogue los acuerdos con el Vaticano, por “vulneran el principio de independencia entre la Iglesia y el Estado” que viene a amparar “la financiación de la Iglesia Católica con fondos públicos y el adoctrinamiento religioso en todos los niveles del sistema educativo”.
Mientras aumenta la pobreza y se privatizan los servicios públicos, el Estado aporta a la Iglesia Católica, a través de subvenciones directas y exención de tributos, una cifra que supera los once mil millones de euros anuales, lo que supone más del 1% del PIB, para el sustento del culto y el clero, mantener diócesis, seminarios, realizar manifestaciones políticas partidarias, lanzar campañas de discriminación y segregación en razón del género, en contra de la libertad de la mujer para decidir sobre su maternidad, o sobre la libre elección de la orientación sexual, los avances científicos, la eutanasia o la muerte digna; incluso para financiar cadenas de televisión privadas, como 13TV.
Exenciones fiscales en el IBI valoradas en 3.000 millones al año (sin olvidar el negocio que la Iglesia Católica Española hace con los bienes inmuebles que adquiere gracias al privilegio para inmatricularlos otorgado por el Gobierno de Aznar en 1997), 4.600 millones para pagar a los 16.000 profesores de religión y los conciertos con los centros religiosos, 3.200 millones para dispensarios, hospitales y centros de salud dirigidos por órdenes religiosas, y otros 500 millones para la conservación del patrimonio artístico propiedad de la Iglesia (patrimonio que la Iglesia gestiona, cobra al visitante y se desentiende de su mantenimiento y restauración que corre a cargo de los presupuestos de todos). El Congreso ya ha exigido en varias ocasiones al Tribunal de Cuentas la fiscalización del dinero que la Iglesia, después de que el tribunal haya rechazado hacerlo con los votos del PP.
Desde la firma del Concordato en 1953 entre los fascistas de Franco y el Papa Pio XII bajo los principios del nacional-catolicismo imperante seguimos pagando a la Iglesia y ellos siguen adoctrinando. En 1979 no es que se firmara a contracorriente, sino a traición, con el silencio de muchos, el desconcierto de algunos y el desconocimiento de la mayoría. Desde entonces y siempre, siguen perpetuando sus privilegios.
Algunas de las razones que Europa Laica argumenta para no marcar las casillas del IRPF, ni para la Iglesia ni fines sociales, se relacionan con la discriminación que supone para los contribuyentes; porque quienes marcan estas casillas reducen su aportación a los gastos públicos en un 0,7%, conculcando el artículo 31 de la Constitución: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo…”.
La propia existencia de esta casilla refleja el apoyo del Estado a la religión Católica, discriminando otras creencias distintas, por lo que se conculca así el principio de no discriminación por razón de creencias regulado en el artículo 14 de la Constitución, que reconoce que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión… “. El Estado no se debe convertirse en recaudador de organizaciones privadas, además de que la asignación que se lleva la Iglesia, se detrae de las políticas públicas para escuelas, hospitales, servicios sociales, infraestructuras, medio ambiente o promoción del empleo.
Por otro lado la casilla para “otros fines de interés social”, también debe desaparecer. Los motivos podrían ser más difíciles de explicar y entender, pero es necesaria su eliminación, porque el origen de su existencia está basado en un engaño; una gran coartada para introducir y perpetuar la casilla de la Iglesia Católica en el IRPF; además una parte considerable de la asignación a fines de interés social va a entidades de la propia Iglesia, como por ejemplo Cáritas, por lo que recibe fondos por las dos vías. El espíritu solidario que se presupone a quien marca esta casilla, no puede llevarse a cabo con el dinero de todos. El que quiera ser solidario que lo haga de su propio bolsillo pero no a costa de la hucha común. En todo caso, los “fines de interés social”, no deben depender de la voluntad de los contribuyentes, ni establecido por las organizaciones sociales, sino que deben formar parte de las políticas sociales del Estado, de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos en función del interés general.
El artículo 16.3 de la Constitución establece que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. De otra parte, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos entre la Santa Sede y el Estado Español, de enero de 1979, en su Artículo II.1, establece que “el Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa“.
Ambos documentos están en vigor constituyendo una grave contradicción. Mientras por un lado se consensuó y aprobó una Constitución votada (ya hace casi 40 años) que recogía el sentir de una sociedad católica pero en la que se incluían fuerzas y sentimientos cercanos al laicismo o cuando menos la aconfesionalidad, el otro es una firma entre dos estados (sin la rubrica de la población como ya exigía la Constitución aprobada un año antes) para salvaguardar los bienes y el poder de intervención de la Iglesia en la vida pública.
Hoy en día, cuando el porcentaje de la población que no votó en 1978 se acerca al 70% y quienes muestran su ateísmo o cuando menos su desafección de la Iglesia católica, es preciso explicar qué supone marcar una casilla u otra en nuestras declaraciones de impuestos. También es necesario explicar que se hace con el dinero recaudado. ¿Por qué se destinan cantidades para comprar armamento y no para investigar en la lucha contra el cáncer o las enfermedades degenerativas o raras? ¿Por qué mantener ingentes cantidades de asesores sin oficio ni beneficio de partidos políticos corruptos y amorales y no mejorar el sistema público de pensiones? ¿Por qué asignar a discreción dinero para la tauromaquía y no para el sostenimiento de la cultura o su promoción en las zonas rurales?
¿Por qué mantener la atroz maquinaria de un ente privado como es la Iglesia católica y no destinar todo ese dinero a erradicar la pobreza y la desigualdad social que se están agudizando día a día en este país?
Por todo esto es necesario pensar muy bien qué hacer con nuestros impuestos, así como también estar alerta e investigar y fiscalizar qué hacen con ellos una vez que están recaudados y convertidos en Presupuestos. Si queremos mantener su estatus y el nivel de vida de la codiciosa y medieval iglesia católica o queremos progresar y convertirnos en un país moderno, necesariamente laico, donde se pueda vivir mejor sin sufrir las tergiversaciones e intromisiones de quienes nos quieren atados al palo o directamente erradicados.
Ya sea rellenando cada declaración de impuestos, en las calles o defendiendo la aconfesionalidad del Estado, así como la laicidad de la sociedad, es el momento de implicarse y cambiar las cosas.






miércoles, 18 de abril de 2018

El puto amo: Robert Lee Ermey



El pasado domingo 15 de abril fallecía a causa de una neumonía el actor estadounidense Robert Lee Ermey. Escribo estas pocas líneas para homenajear a un hombre hecho así mismo, que no se cansó de interpretar -de aquella manera- a tipos duros, como colosal secundario, casi siempre militares. Pero que tampoco se cansó de denunciar en no pocas ocasiones la deriva militarista, intervencionista de los Estados Unidos en el mundo, así como el abandono y el estado de los veteranos cuando vuelven de esas guerras y son olvidados por la sociedad y el estado que se presupone marcharon a defender.
Nacido en el estado de Kansas en 1944, Ermey tuvo que alistarse en 1961 por mandato de un juez, cansado ya de verle ante el tribunal por su actitud díscola y gamberra. Allí no sólo enderezó su vida dentro del Ejército donde pasó a ser instructor de combate y de pelotón durante dos años, antes de marchar a la Guerra de Vietnam, así como pasar dos períodos de servicio en el enclave de Okinawa donde ya había adquirido el grado de Sargento Jefe de pelotón.
Licenciado por razones médicas en 1972, Ermey pasó a trabajar en Hollywood como consultor militar y como preparador de interpretaciones de combate y de vida militar, poniéndose delante de la cámara en alguna ocasión como en Apocalypse Now, donde interpretaba al piloto de uno de los helicópteros de la colosal obra de Francis Ford Coppola.
Ya en ese momento Robert Lee Ermey era conocido en el mundillo del cine por contar sus peculiares anécdotas, tanto de su gamberra juventud, como de su redención en el cuartel, así como de hechos que vivió en el frente, o su idea sobre lo que fue la Guerra de Vietnam. Y también se hicieron célebres sus primeras denuncias sobre el abandono que tenían los veteranos de la Guerra de Vietnam y la situación en la que vivían, muchas veces sufriendo episodios psicóticos surgidos por el síndrome de estrés postraumático.
Así llegó hasta 1987 donde colaborando con Kubrick en la preparación de La Chaqueta Metálica (The Full Metal Jacket), Ermey saltó a la fama. Allí convenció al fetichista director de su valía interpretativa, cuando aleccionando al actor elegido en primera instancia para el papel del Sargento de Instrucción Hartman, le “decía quince minutos de obscenidades sin parar ni repetir dos veces la misma palabra”.
Kubrick le concedió el papel y la película fue todo un éxito entre otras cosas porque pasaba a ser una denuncia de la Guerra, y de la política estadounidense, tanto interna como externa. Y la interpretación de Ermey le aupó unas excepcionales criticas que se tradujeron en una nominación a los Globos de Oro como mejor actor de reparto, que finalmente se llevaría Sean Connery por Los Intocables.
Desde entonces y hasta su muerte, Robert Lee Ermey compaginó papeles en películas menores (hasta 70) con colaboraciones muy especiales y celebradas como cuando presto su voz en Toy Story, así como también con actos y denuncias por el militarismo excesivo que su país destila y el olvido interesado de los veteranos de guerra.
Siendo ya condecorado como Sargento de Artillería, no dudo realizar alegatos pidiendo un mayor control de las armas para la población civil, así como encabezó la manifestaciones por la mejora de las condiciones de vida de los veteranos de guerra (tanto Vietnam, como de la primera y segunda de Irak).
Un hombre que apetece recordar y dedicarle unos minutos porque se mantuvo integro y nos dio algunos de los mejores momentos de la historia del cine.



martes, 3 de abril de 2018

Un Grand Slam en Sant's Patrick Day



Grand Slam, Torneo, Triple Corona y Victoria en Twickenham, en el templo londinense sobre el archienemigo Inglaterra. Y todo un sábado 17 de marzo. Un inolvidable Sant Patrick’s Day. La tormenta perfecta del rugby irlandés.
Voy a hacer mi resumen de un histórico VI Nations, 6 Naciones, el que ha supuesto el tercer Grand Slam de Irlanda en la historia, y la constatación de un modelo de juego y un sistema competitivo que premia el trabajo y desarrollo por encima de los resultados y que corresponde al modelo de las naciones celtas, de la liga del Pro14 (antes Pro12) y de Irlanda, con sus provincias (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) en particular.
Este resumen lo hago con la clasificación final inversa, nación a nación:
6º. Italia. El XV Azzurri está ya inmerso de lleno en un cambio generacional. Los nombres icónicos siguen saliendo (el próximo será el del capitán Parisse) y viene una nueva hornada de jugadores transalpinos llamados a liderar el cambio. Entre ellos destacan el del zaguero Matteo Minozzi y los flankers Mbanda y Negri, las mejores noticias que nos ha dejado Italia en este VI Nations, junto a una apuesta ofensiva valiente y decidida que nos les ha librado un año más de la cuchara de madera, puesto que las carencias y los errores en defensa les han condenado en todos los partidos. Sin embargo, si yo fuera italiano, sería moderadamente optimista porque se ven mimbres para construir un equipo y según adquieran mayor experiencia pueden llegar las ansiadas victorias.
5º. Inglaterra. La gran decepción. Llegaba el XV de la Rosa con el estímulo de ser el primer equipo en ganar tres ediciones consecutivas y se van con su peor resultado en el formato 6 naciones tras perder consecutivamente con Escocia, Francia e Irlanda, este último en casa. Pese a todo lo que se ha dicho y escrito por los fervientes admiradores Pross, sigo viendo a Inglaterra como el equipo más sobre valorado del rugby mundial y ahora que los resultados han desaparecido se ven las carencias tanto de juego como de apuesta táctica de Eddie Jones. Sin la supremacía física tan evidente y también, hay que decirlo, favorecida por criterios arbitrales más permisivos, Inglaterra ha sido un equipo previsible y con una falta de ideas total en ataque, mientras que en defensa resultaba lento y desajustado con cortinas defensivas llenas de agujeros. Nombres como los de Brown, Joseph, Ford, Robshaw (otra vez) o el capitán Hartley han salido cuestionados. Incluso el nuevo chico maravilla Itoje (quien a servidor le parece que tiene mucho de marketing y poco de rugby efectivo) ya recibe las criticas que comparte con Eddie Jones, a quien, insisto: sin el parapeto de los resultados no tiene ni juego, ni renovación por nombres con los que defender su gestión del rugby inglés.
Aún con todo y como es lógico, siguen teniendo una batería de jugadores amplia y siempre serán considerados favoritos: Pero a menos de dos años ya para el próximo Mundial en Japón 2019, el tiempo se agota para construir un equipo que además disponga un juego más vistoso y agradable de ver.
4º. Francia. La travesía por el desierto del rugby francés continúa un año más sin que se atisbe un hilo de esperanza. Sigue la apuesta por un rugby arcaico, contrario al rugby champán de la gran época, en el que únicamente tienen cabida jugadores clon, físicamente colosales pero poco dotados para la evasión y el juego a la mano. Basteraud, el tres cuartos de Toulon es el ejemplo de este modelo, y aunque con su llegada a partir de la tercera jornada, mejoraron los resultados, el juego siguió dejando mucho que desear. Tampoco ayudaron los escándalos fuera del terreno de juego con el affaire en los pubs y hotel de Edinburgo tras la derrota frente a los escoceses en la segunda jornada y que entre otras consecuencias sacó del equipo al que había sido única luz en el juego ofensivo galo: el ala Teddy Thomas.
Es cierto que en el XV del Gallo han sido duros, muy duros, defensivamente y siempre han estado en los partidos -de hecho, en sus tres derrotas se han llevado el bonus defensivo-, pero su único favor al rugby de ataque ha sido el gran nivel de Machenaud en las patadas a palos. Han ensayado poco (8) y les han ensayado menos (6), pero la sensación tras el torneo es que mientras el sobre dimensionado Top14 se llena de estrellas mundiales del rugby del hemisferio sur, faltan jugadores franceses capaces de aparecer primero en sus clubes, luego en su selección con un modelo que recuerde el de las grandes épocas; un modelo donde el talento prime sobre la fuerza bruta. Parece que quedan años de sufrimiento para todos sus rivales, pero sobretodo para Francia, su afición y su rugby imbuidos en un modelo que ni les da resultados ni les satisface en estilo y concepción.
3º. Escocia. Parece que con la consecución tras 10 años de la Calcuta Cup, el XV del Cardo, termino su torneo. Ante un Murrayfield entregado los caledonios firmaron un partido vibrante y efectivo que supuso la victoria sobre el eterno rival y la constatación de un crecimiento constante de un equipo que tras las notables individualidades -Hogg ha firmado quizás su peor torneo en global, y Russell ha estado muy intermitente- muestra una construcción sólida, con un Johnny Gray exultante en la segunda y un juego de flankers también notable. Siguen apostando por un rugby fluido, de predominante juego de tres cuartos que les ha dado las dos victorias en casa ante Francia e Inglaterra y una apuradísima contra Italia en Roma la última jornada (27-29), pero si quieren aspirar a la consecución final del torneo deben mejorar su versión fuera de Edinburgo, ya que ni en Cardiff, ni en Dublin tuvieron opciones reales de disputar el resultado. Sin embargo, da para mucho optimismo, ya que solo hay que pensar, que no hace tantos años, la actual Irlanda se encontraba en una situación muy similar.
. Gales. Hay que reconocerle a su seleccionador Warren Gatland, unas dotes tremendas para sobrevivir y para hacer competir a un equipo que ha visto como con el torneo empezado fue incorporando a jugadores vitales que han pasado un calvario en forma de lesiones los últimos dos años. Gente como North, Faletau, Lee, Francis, o Davis fueron entrando en el equipo y volviendo así al estilo Gatland, con un juego mucho más controlado, quizás previsible pero seguro, frente a la apuesta de las primeras jornadas con gente como Navidi, Parkes, Patchell o Adams en las que el XV del Dragón se asemejó más al brillante juego de los Scarlets que están admirando a todo el rugby europeo en los últimos dos años.
Pero recuperada la guardia pretoriana se confirma el estilo, no tan bonito, pero no exento de resultados de Gatland y vuelven a poner a Gales en clara condición de disputa y éxito de cualquier partido y torneo que jueguen. Tienen jugadores, tienen un modelo y tienen variantes para sobreponerse a cualquier sobresalto que les llegue.
. Gran Slam. Irlanda. No es fácil empezar a hablar y destacar algo de este tremendo equipo que ha resultado ser el XV del trébol en este VI Nations 2018 pero si hay que hacerlo, lo hago por el drop de Jonathan Sexton en la primera jornada en París.
Al igual que en el último Grand Slam saboreado en la isla verde fue una patada (la de Ronan O’Gara frente a Gales en la última jornada de 2009), con el tiempo cumplido el que ponía en camino a una Irlanda que siempre, cada día ha sido un martillo pilón frente a sus rivales. Pero no sólo fue la patada desde la línea de medios, sino como se llego a ella, tras cuarenta y dos fases, 42 de la delantera irlandesa, montando plataformas y recuperando con una voracidad extrema y una meticulosidad precisa el balón en cada ruck para acercarlo desde la propia línea de 5 metros ya con el tiempo cumplido. Aquella exhibición a parte de sacar el corazón del pecho a todo aficionado, interesado, experto o neófito en el rugby resulto un aviso a navegantes de las intenciones y el nivel irlandés, pero también sirve como resumen fantástico para ilustrar lo que ha sido este VI Nations 2018.

La labor de demolición de la delantera irlandesa -hoy por hoy la mejor del mundo- ha resultado clave para dominar con notable superioridad las fases estáticas -sobretodo las touches- y después para lanzarse en la recuperación en las rucks tanto propios como ajenos. Además se han mostrado con una seguridad defensiva tremenda minimizando en cada partido las opciones de ganar la línea de ventaja para el rival. Ha resultado ser un pack inamovible y sin fisuras llevado por un Rory Best menos brillante que otras veces pero siempre resolutivo tanto como talonador, como capitán. Junto a él, han recuperado la mejor versión de Cian Healy, y el mejor pilier del mundo, un Tadhg Furlong poco menos que colosal. Incluso los sustitutos de esta primera línea han estado excelsos con nombres como McGrath, Cronin o el jovencísimo Porter. En la segunda han brillado Ryan y Henderson y en la tercera frente a las bajas del mejor flanker del mundo para mi, Sean O’Brien, sus compañeros de línea han funcionado a la perfección: O’Mahoney como siempre, también brillante CJ Stander y el último en llegar Dan Leavy.
Joe Schmidt sigue su hoja de ruta para configurar un equipo, un país campeón, con plena coordinación entre la federación (IRFU), las franquicias profesionales (Leinster, Munster, Ulster y Connatch) y la estructura de base que llena la isla de escuelas y equipos de rugby. Así, y con mucho trabajo y desarrollo a fuego lento, Schmidt, sigue cociendo un rugby capaz de plantar cara a cualquiera, afianzando un estilo claro e irrenunciable -el juego de delantera predominante- y añadiendo más y más recursos tanto en nombres (ojo a las segundas y terceras unidades que vienen con los Leavy, Porter, Carbery, Ryan, Scannell,…) como en posibilidades donde el nombre de Bundee Aki ha sobresalido.
Junto al jugador de origen neo zelandés, y con la ya sabida baja de Payne durante todo el torneo, todo jugador que ha compartido los centros con él, ha brillado y de forma notable, acumulando ensayos y nominaciones como Man on the Match: Primero hasta su lesión Heinshaw, luego en un brillante partido frente a Gales Farrell y por último el mayor talento del jovencísimo Gary Ringrose.
Pero no sería justo limitar las alabanzas en estos hombres sin citar a la bisagra, medio melé y medio apertura que han rayado a un nivel de compenetración y seguridad brutal. Conor Murray y el ya citado Jonathan Sexton, se encuentran, probablemente en el mejor momento de sus carreras, y no es poca cosa decir que son la mejor pareja de 9 y 10 del rugby actual. De como continúen y como lleguen al próximo Mundial irán buena parte de las opciones irlandesas, primero de llegar a semifinales por primera vez y después de por qué no, ganar la Copa del Mundo.
También quiero destacar el nivel, recuperado de Rob Kearney en el zaguero, que al igual que con Healey repuestos de años de lesiones, ha estado soberbio siempre dando el paso adecuado, sin errores ni de ejecución, ni tácticos. Un seguro y además una opción más de sorprender en ataque.
Si todo esto no fuera poco, Irlanda ha encontrado en un chaval que está a punto de cumplir 22 años la guinda del pastel. Jacob Stockdale, el ala de Ulster, en su primer campeonato ha hecho historia con palabras mayúsculas para firmar 7 ensayos en un torneo en la era VI Nations. Con un talento especial para la finalización y con una capacidad genial para la lectura de juego y la anticipación Stockdale no se ha cansado de culminar jugadas de ataque y contra ataque irish durante todo el torneo.
Con todos estos argumentos, Irlanda aprovecho sus partidos centrales (2ª, 3ª y 4ª jornada) en casa para ganar con algunos apuros a sus rivales, para en la primera y en la última jornadas, en visitas a Paris y Londres, conseguir un histórico Grand Slam, y ponerse de manera justa y deseada como referencia para todo el rugby del hemisferio Norte.


Ha sido un VI Nations colosal, divertidísimo y que ha dejado claras muchas cosas. Las cervezas y el hermanamiento con amigos, pareja, familia, compañeros con el rugby como excusa han sido lo mejor. Lo peor es que queda un año para volver a disfrutarlo y habrá que conformarse -nótese la ironía- con la Champions Cup, la liga celta, la liga nacional, las fases de ascenso del amateur, el femenino, el Super Rugby, las series mundiales de Seven, el Rugby Championship...

El Manifiesto Comunista. Comentario

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